Por iniciativa de la diputada Julia Ortega (UCR), la Cámara de Diputados distinguió a la coleccionista de ponchos, escritora y divulgadora de la Historia argentina, Beatriz Garguir Masera.

Beatriz es autora del libro “Los ángeles de mi Historia” en donde narra y relaciona hechos de la historiografía argentina con los diversos y múltiples tipos, estilos y formatos de ponchos que son tradicionales en cada zona del País.

“Elegimos el Día de la Tradición para realizar este acto, recordar nuestras tradiciones es hermoso y Beatriz la cuenta de una forma tan entretenida que te alegra, por eso decidimos destacar su esfuerzo hoy”, comentó la diputada impulsora del reconocimiento.

Por su parte la licenciada Garguir Masera mostró parte de su extensa colección de ponchos en el Salón de Pasos Perdidos de la Legislatura, explicó la procedencia de varios de ellos y relató historias relacionadas con esa prenda, que “es símbolo de nuestra identidad nacional”, según manifestó.

La escritora relató que José de San Martín fue reconocido por distintos caciques cuando –como gobernador de Cuyo- les consultó si el Ejército Libertador podía cruzar por el Paso del Portillo. Ese reconocimiento se demostró precisamente cuando éstos le regalaron ponchos.

Más tarde, como responsable del gobierno del Perú, San Martín atesoraría un poncho incaico que conservaría hasta su fallecimiento en Francia.

“Leyendo ‘La Historia Argentina’, de Vicente Fidel López, encontré referencias a los ponchos y me empecé a interesar y luego la historia de Mitre, Sarmiento y su Facundo y, sobre todo mi papá, que sabía muchos de historia argentina y nos enseñaba a mi hermano y a mí”, explicó Garguir, quien realiza divulgaciones en escuelas, centros de adultos y bibliotecas populares. 

“La relación entre el poncho y la Historia argentina es infinita, nace con los indios, se acrecienta con los gauchos y pasa a la historia” comentó y agregó que la prenda “es para que la sigamos usando, no para que la tengamos guardada”.

Beatriz explicó detalladamente la morfología de los distintos ponchos y su relación con su origen, que va desde lo simbólico, -como el rojo que representa la sangre o los funerarios donde prevalece el negro-, hasta lo práctico como los azules de los ponchos patagónicos que se notan en medio de la nieve, la cobertura contra los mosquitos de los del noreste o la gran longitud de los usados por los arrieros. 

 Además, la coleccionista enseñó los nombres de cada parte de la prenda.

La boca del poncho lleva el nombre de ñoncal, los flecos se denominan chuñiai y las guardas tué (en caso de ser lisas) y wirin (en caso de ser decoradas), según enseñó la divulgadora.