La admiración generada por Susana Fernández hace que su ausencia física no sea determinante para recordarla a cada instante y en cada lugar, en la Legislatura de Mendoza, en el Salón Rojo, su sonrisa perdurará siempre.
Susana Fernández
Por Luis Fermosel
Resulta difícil hablar de Susana Fernández, dejando de lado el aspecto emocional. Porque dejó un recuerdo imborrable entre todos los que la conocieron y porque sus cualidades personales supieron ganar el cariño de propios y extraños.
Fue una periodista de alma y una amiga y maestra de corazón. Lejos del exitismo y de cualquier tipo de egoísmo, su misión y objetivo fue formar profesionales y gente de bien en cientos de jóvenes que decidieron abrazar la profesión de periodista.
Fue leal a sus principios, aún en los momentos más duros en los que nos tocó vivir a los argentinos y supo respetar el disenso y las diferencias cuando recuperamos la democracia. Toda su capacidad, sus conocimientos y su experiencia las volcó en favor de quien recurriera a ella en la búsqueda de un consejo. Supo aceptar las críticas y convencer para que las reconozca al funcionario que pudiera sentirse molesto por algunas opiniones.
Dentro de ese esquema, también es dable destacar su carácter. Siempre contenta, con una sonrisa y hasta una carcajada a flor de labios, como fiel reflejo de su carácter extrovertido. Fue así que ganó cientos de amigos, dentro y fuera de la profesión. Porque ella era así, directa, sin dobleces, sin un ánimo de trascendencia en el plano individual.
La frialdad del currículum refiere que tuvo una exitosa carrera en los medios televisivos, radiales y en la prensa escrita. Pero su vida fue la comunicación institucional. Para ella no había horarios, sino que estaba a disposición de quien requiriera de su ayuda en cualquier momento del día, aún en aquellos en que, como madre y esposa, debía destinar a su familia.
Los recuerdos que dejó son imborrables y a muchos se nos escapa una lágrima cuando pensamos que ya no está. Pero Susana no nos dejó. Su espíritu se mantiene vigente y su propia forma de ser no hubiera permitido un dejo de tristeza cuando recordamos su obra y su trayectoria. Está presente, en la fotografía, junto a otros grandes periodistas de Mendoza y presente también en el corazón de todos aquellos que la conocieron.